Adaptada específicamente a los miembros de la comunidad fulani, que viven desplazados y en la pobreza, la institución les está dando a 500 niños una oportunidad que nadie en sus familias había tenido antes.
Por Abubakar Muktar Abba
Cuando en 2016 la organización terrorista Boko Haram tomó el control de Abadan, una zona de gobierno local del estado de Borno ubicada en el noreste de Nigeria, la familia de Aisha Malik huyó dejando atrás su ganado, sus tierras de cultivo y mucho más.
La familia de origen fulani buscó refugio en Maiduguri, la capital del estado. Llegaron al campo de desplazados internos Shuwari II, donde se unieron a miles de personas desarraigadas por el conflicto.
Aisha no había tenido acceso a la educación formal en Abadam. Si se hubiera quedado allí, probablemente habría seguido cuidando ganado y, más pronto que tarde, se habría convertido en ordeñadora. También es posible que la hubieran casado a los 12 años.
Pero ahora, como hija mayor de su familia, es la primera que tiene la oportunidad de ir a la escuela. Hoy es una estudiante de secundaria entre los más de 500 matriculados en la escuela Aisha Buhari Fulani de Maiduguri.
“Quiero ser médica para ayudar a mi gente; también quiero ser periodista para que me vean en las redes sociales. De hecho, quiero ser todo”, afirmó.
Paso a paso
La escuela fue fundada por el Gobierno de Borno en 2018 durante el mandato de Kashim Shettima (el actual vicepresidente del país), y con ayuda adicional del Fondo Fiduciario para la Educación Terciaria (TETFund) de la zona, que proporcionó comidas a los alumnos. Recibe exclusivamente a niños de la comunidad fulani de Borno. “El objetivo es romper el ciclo de pobreza intergeneracional y analfabetismo entre la comunidad fulani del estado de Borno”, declaró Shettima en 2017.
La escuela, que lleva el nombre de una antigua primera dama de Nigeria, está decorada con coloridos murales que estimulan la creatividad y la curiosidad de sus alumnos. Citas motivadoras en retratos de personalidades de todo el mundo adornan sus paredes. Desde la activista paquistaní Malala Yousafzai, dedicada a la promoción de la educación de niñas y mujeres, hasta Mae Carol Jemison, la primera mujer afroamericana que viajó al espacio. Y, del mundo de la música, la estadounidense Billie Holiday.
Las aulas están equipadas con sistemas de aire acondicionado, murales vibrantes, asientos cómodos y retratos motivadores. Cada una está diseñada para fomentar la sed de conocimientos
Tres autobuses escolares transportan cada mañana a los alumnos desde sus respectivas localidades hasta la escuela y viceversa. La institución también ofrece desayunos y almuerzos.
Sus aspiraciones
Abubakar Mohammad Bello es el primero de toda su familia en ir a la escuela. “Quiero ser ingeniero nuclear, lo que me permitirá proteger a mi país en el futuro contra posibles amenazas de otros países”, afirmó.
Todos los alumnos entrevistados por HumAngle son los primeros en asistir a la escuela en sus familias. Algunos de sus padres trabajan como guardias de la propiedad, ganan tan solo ₦5.000 (unos 5 dólares) al mes, y venden té. A pesar de su arduo trabajo, no pueden permitirse enviar a sus hijos a escuelas oficiales.
Otra alumna, Hassana Mai Agolla ―miembro del club de prensa de la escuela―, dice que quiere ser periodista porque siente pasión por los noticiarios. También está Mohammad Usman Yunusa, que quiere ser maestro de escuela. Justificó su elección citando un hadiz: “Los mejores entre ustedes son los que aprenden y enseñan”. Y añadió: “Quiero enseñar todo lo que aprendo a los más jóvenes”.
El deseo de defender a su país resuena en algunos de los alumnos. Abubakar Mohammad, alumno de cuarto de primaria, espera ingresar algún día en el ejército nigeriano para contribuir a la seguridad nacional.
Perderlo todo
Varios padres contaron a HumAngle cómo perdieron su ganado a causa de la insurgencia que asola el estado desde hace más de una década. En 2016, uno de ellos, Usman Yunusa, se despertó sobresaltado por los ecos de un intenso tiroteo en Abadam. Boko Haram había tomado el control de la ciudad, lo que lo llevó a reunir a su familia y abandonar su ganado. Caminaron durante más de un día hasta llegar a Maiduguri.
Tras llegar allí, Yunusa y cientos de personas más se instalaron en el campamento Shuwari II. Pasó un año frecuentando el mercado de ganado, esperando desesperadamente recuperar su ganado perdido. Lamentablemente, sus esfuerzos resultaron infructuosos; no había rastro de sus preciadas posesiones.
Otros desplazados ocuparon obras en construcción y edificios sin terminar. Se convirtieron en guardias de seguridad y obreros, o se pusieron a vender té en las calles. Pero nada de eso alcanzó para costear la educación que les permitiera a sus hijos tener la oportunidad de un futuro brillante. La escuela parecía un sueño imposible.
Reflexionando sobre ese periodo, Yunusa comentó: “El resultado más positivo desde que perdí cuarenta reses es ver a mi hija ir a la escuela”.
En la inmensidad del paisaje nigeriano y su diversidad, la comunidad fulani es conocida por su modo de vida único. Han vagado por las llanuras de África Occidental durante siglos, cuidando de su ganado. Pero la inseguridad y el cambio climático han dejado a muchos de ellos sin pastos e incapaces de continuar con el oficio; tienen que venir a las ciudades e intentar adoptar estilos de vida ajenos a lo que están acostumbrados.
Sin embargo, aunque sus tradiciones nómadas tienen profundas raíces históricas, también les han planteado importantes retos, sobre todo en la educación. El estilo de vida migratorio de los fulanis, dictado por las necesidades de su ganado, ha convertido el acceso a la educación formal en un gran obstáculo para sus hijos.
El jefe de los colonos fulani del estado de Borno, Zanna Rebo, declaró: “Siempre que se menciona la palabra fulani en Nigeria, lo primero que viene a la mente es bandidaje y secuestros. A los fulani se los asoció injustamente con estas actividades delictivas sin darles una oportunidad como a los demás. Pero aquí, en Borno, nuestros hijos tienen la oportunidad de recibir una educación. Estos niños habrían crecido sin habilidades ni conocimientos para enfrentarse al nuevo mundo y podrían verse expuestos a actividades delictivas, pero ahora están rescatados de tal calamidad”.
“El ganado que heredaron ha sido robado y ya no pueden acceder a sus tierras de cultivo, todo por culpa de los insurgentes de Boko Haram. No han recibido educación; el sistema los ha engañado. La narrativa ha cambiado para algunos de estos niños; ahora solo piensan en cómo progresará Nigeria”, afirmó.
Zanna Rebo observó que, antes de ahora, los niños ni siquiera sabían decir “vení” en inglés. Hoy hablan inglés, árabe y otras lenguas locales.
“La apertura de la Mega Escuela Aisha Buhari ha traído esperanza al futuro de nuestros niños en el estado de Borno. Ahora tienen acceso a la educación, a las competencias digitales y a la autorrealización”, añadió.
“En otros lugares escuchamos que los miembros de la tribu fulani se dedican al secuestro y al robo a mano armada, pero en Borno se nos ha tratado de forma diferente durante mucho tiempo, lo que ha contribuido en gran medida a nuestra coexistencia pacífica en la región”, declaró Ferroje Ahmed, padre de tres alumnos de la escuela.
Vive en Maiduguri desde hace más de 20 años. “Me siento esperanzado cuando recuerdo que mis hijos no sufrirán las consecuencias de la falta de educación cuando crezcan. Ahora tienen las mismas oportunidades que los demás”, añadió.
Ahmadu Yugudu, un agricultor fulani desplazado del área de gobierno local de Kukawa, tiene dos hijos matriculados. “No habría podido enviarlos a la escuela sin este plan. La escuela fulani es la única esperanza de mis hijos”, afirmó.
“No hay ningún lugar en Nigeria donde hayamos oído hablar de escuelas especiales para nuestros hijos, aparte del estado de Borno. Se trata de un desarrollo bienvenido, que podría servir de modelo a otros estados como solución duradera a la inseguridad”, declaró Usman Husaini, presidente de la asociación de pastores fulani del estado.
El presidente añadió que la única vez que oyeron hablar de tal implicación social fue durante la época colonial y militar de Nigeria. Señaló que han sido descuidados a pesar de que contribuyen enormemente a la economía de Nigeria y África a través del negocio ganadero.
Según la Comisión Nacional de Educación Nómada (NCNE), el mandato de la comisión es atender las necesidades educativas de los grupos socialmente excluidos y desfavorecidos desde el punto de vista educativo y migratorio en Nigeria. Estos segmentos de población se enfrentan a barreras para acceder a la educación primaria debido a factores ocupacionales y socioculturales.
De los 10,4 millones de grupos de emigrantes que se calcula que hay en Nigeria, unos 3,6 millones son niños en edad escolar, de los cuales solo 519.018 están actualmente matriculados. La participación de los nómadas en la educación primaria formal y no formal existente podría ser mucho mayor. Esto justifica la educación nómada como estrategia de inclusión.
Su estilo de vida
El director de la escuela Sa’adatu Garba explicó que un número significativo de niños de la comunidad se enfrenta a retos específicos debido a su estilo de vida itinerante. Uno de ellos es el cambio frecuente de residencia debido a los trabajos de sus padres. Una vez finalizada la construcción en sus emplazamientos temporales, estas familias deben buscar un nuevo alojamiento, a menudo acompañadas de sus hijos. Esto supone un obstáculo importante para su educación.
“A veces clasificamos a estos niños como desertores escolares, pero al cabo de varios meses regresan con diversas excusas. Nuestro único recurso es recibirlos con los brazos abiertos, ya que todo nuestro esfuerzo está dedicado a su bienestar. Cualquier forma de castigo o coacción que les lleve a abandonar arruinaría la iniciativa”, afirma Sa’adatu.
Sa’adatu también señaló la necesidad de tener más aulas, un laboratorio de ciencias para las prácticas, una ambulancia o centro de salud escolar y libros de texto para los niños. “El año que viene tendremos alumnos que estarán presentándose para su examen de Secundaria Superior. Necesitaremos un laboratorio para el examen práctico de ciencias. Además, necesitamos clases adicionales porque ahora compartimos las instalaciones de la escuela con la comunidad de acogida. Los alumnos tienen una gran pasión por la lectura, que se ve limitada porque no tienen con qué estudiar en casa”.
“Los pastores fulani, para quienes se creó la escuela fulani de Maiduguri, son pastores nómadas que deambulan con su ganado en busca constante de pastos exuberantes. A lo largo de los años, los pastos de los que dependen se han vuelto, por diversas razones, cada vez más inaccesibles. Esto, a su vez, ha afectado a sus medios de subsistencia, haciéndolos más vulnerables. Como ha demostrado la historia, cuando la gente pierde sus medios de subsistencia, su vulnerabilidad puede desembocar en inestabilidad social”, afirma el Dr. Omovigho Rani Ebireri, profesor del Departamento de Educación Continua y Servicios de Extensión de la Universidad de Maiduguri.
Ebireri explicó que crear una escuela bien equipada, dotada de profesores cualificados y experimentados capaces de captar la atención de estos niños pastores, es digno de elogio. “No es una idea descabellada; se hace eco de la sabiduría del jefe Obafemi Awolowo, que dijo una vez: ‘Los niños de las masas que no logres educar hoy te impedirán dormir mañana’. Esta afirmación resume con precisión la esencia del asunto”.
Esta historia fue publicada originalmente en HumAngle (Nigeria) y es republicada dentro del programa de la Red de Periodismo Humano, apoyado por el ICFJ, International Center for Journalists.