Las consecuencias de la migración muchas veces son representadas como un cuento de hadas, donde los inmigrantes son exitosos en su nuevo país y difícilmente miran hacia atrás con arrepentimiento. Sin embargo, el trabajo del escultor francés Bruno Catalano muestra un camino muchísimo más íntimo y complejo, donde el artista encapsula los altibajos que trae aparejado el proceso migratorio.
Por Sulette Ferreira
Como una terapeuta especializada en migración, tengo el privilegio de Ω el mundo a través de las voces de mis clientes. Cada experiencia es única. Los migrantes se lanzan a un mundo desconocido: dejan lo familiar para empezar frescos en nuevas culturas y ámbitos. Mientras algunos evocan una sensación de profundo enraizamiento a su lugar de origen, otros se lanzan de lleno a las nuevas oportunidades y persiguen el éxito. Pero otros experimentan ambas sensaciones.
Arte y el “ciudadano del mundo”
Vivimos dos mundos en simultáneo. Uno es el de afuera, el de la experiencias, circunstancias, situaciones; y el interior es el de las reacciones, las emociones y el pensamiento. La migración también lleva ese dualismo: en el mundo de afuera emigramos, o emigra un ser querido, y reaccionamos a esa experiencia en nuestro fuero interior. Cuando conocí la obra de Bruno Catalano encontré que el arte presenta ese dualismo y puede ayudarnos a explorar la profundidad y la complejidad del fenómeno migratorio. A través de su arte, él se sumerge en temas universales.
En 2013, Catalano creó 10 esculturas de bronce de tamaño natural que se expusieron a lo largo del paseo marítimo de Marsella (Francia) para conmemorar el estatus de la ciudad como Capital Europea de la Cultura. Las esculturas, apropiadamente tituladas Les Voyageurs (Los viajeros), de las cuales la más famosa está ahora expuesta de forma permanente en Calgary (Canadá), representan a 10 viajeros diferentes a los que les falta gran parte del cuerpo, cada uno de ellos con una maleta. Impactantemente imperfectas, estas figuras “huecas” reflejan la historia del alma moderna, del viajero y del emigrante. A pesar de que sus cuerpos están abiertos al viento y a la luz, cada uno conserva su equilibrio y coherencia.
Catalano nació en Casablanca, Marruecos, y se mudó a Francia para instalarse en Marsella a los 12 años. Se hizo marinero y se considera un eterno emigrante. Siempre esta a punto de marcharse: “lejos de mis raíces, con ganas de irme, con curiosidad por mirar a otra parte, a ver qué pasa”; es un nómada que no pertenece a ningún lugar. Para él, estas esculturas representan al ciudadano del mundo.
Para Catalano, la migración es un viaje íntimo. Aunque cada una de estas estatuas lleva una maleta que le pesa, también le sirve como único sostén. La maleta representa experiencias y deseos; un envase lleno de recuerdos que arraigan al emigrante y le sirven de apoyo. Catalano se refiere a esto como “raíces en movimiento”.
El arte y la terapia de emigración
Los finales de una emigración se suelen presentar como un cuento de hadas, en el que los emigrantes prosperan en su nuevo país y rara vez miran atrás con pesar. Sin embargo, la experiencia compartida con el terapeuta de la emigración suele ser la opuesta, y a menudo refleja los obstáculos vividos, la tristeza y la pérdida de todo lo que se conocía y amaba. Esto se plasma de forma sorprendente en las zonas perdidas de las estatuas de Catalano, que despiertan la imaginación del espectador.
Como terapeuta especializada en emigración, el arte de Catalano me llevó a reexaminar mi forma de pensar y mi enfoque de la emigración. En la vida de toda persona hay experiencias incompletas, piezas que faltan en un rompecabezas mayor. El arte de Catalano habla de esta realidad a través de las partes que faltan en las estatuas. El arte puede complementar la charla durante la terapia, ya que tanto el artista como el público muestran cierto grado de vulnerabilidad emocional.
Todos nosotros somos nómadas en el viaje de la vida. Todos hemos sentido la emoción de lo nuevo y la tristeza de la pérdida de lo que hemos dejado atrás. La emigración nos hace sentirnos desarraigados, flotantes e inseguros ante el futuro. Aunque el viaje es difícil, encontramos la fuerza para seguir adelante abrazando nuestras experiencias y deseos, “nuestras raíces en movimiento”.
Las esculturas de bronce “en tránsito” de Catalano calan en muchos, ya que captan la esencia del impacto emocional de la emigración.
Sulette Ferreira es una cientista social y terapeuta familiar sudafricana. Se especializa en el impacto emocional de la emigración.
Esta historia fue publicada originalmente en Daily Maverick (Sudáfrica), y es republicada dentro del Programa de la Red de Periodismo Humano, apoyado por el ICFJ, International Center for Journalists.